Descubren crematorio de bebés prehispánico con 800 años de historia

En la comunidad de Palos Verdes, Guasave fue descubierto un crematorio prehispánico exclusivo para infantes de entre 0 y 1 año de edad, cuya antigüedad se estima entre los años 1250 y 1450 d.C.

Los trabajos de excavación son encabezados por el arqueólogo Rodrigo Vivero, investigador y profesor de la Universidad de Oklahoma, con presupuesto proveniente de esa institución académica estadounidense.

El descubrimiento consiste en una estructura de adobe de aproximadamente 30 centímetros de ancho, construida con muros de apenas 3 centímetros de grosor.

En su interior fueron localizados ocho huesos largos calcinados, probablemente húmeros o cúbitos, pertenecientes a neonatos o fetos de entre 36 y 40 semanas de gestación.

No se hallaron piezas dentales, lo que refuerza la hipótesis de que se trata de individuos muy pequeños, enfatizó. La presencia de abundantes cenizas confirma el uso del espacio como un sitio de cremación.

“Encontramos un crematorio que era utilizado solamente para infantes de 0 a 1 años. Es una caja, bueno, de forma abstracta, de muros de adobe, sabemos que son niños nada más los que están cremados en ese lugar. Hay restos de huesos y muchas cenizas. Pueden haber sido fetos de 36 a 40 semanas probablemente de gestación, donde ya hay osificación en lo que tendrían que ser los huesos. Son huesos muy pequeños los que pudimos recuperar…”.

“Lo interesante de esto es que esta tradición funeraria, es una tradición que lo más al sur que se ha reconocido hasta ahorita, bueno, antes de este hallazgo, es en el desierto de Sonora. En Sinaloa es el primer crematorio que ha sido localizado. Estos espacios funerarios tienen una fecha más o menos de uso de entre el año 200 al 600 después de Cristo”, aseguró.

Además encontraron fragmentos de cerámica policroma de la tradición Aztatlán, lo cual abre una nueva perspectiva sobre las dinámicas culturales en la región.

Según Vivero, esta mezcla de elementos indica la coexistencia de dos formas distintas de concebir la vida y la muerte: por un lado, la incineración —típica del Gran Suroeste, que abarca el noroeste de México y el suroeste de Estados Unidos— y por otro, el uso de urnas funerarias, propio de las culturas del occidente de México.

“Este hallazgo confirma que Guasave fue una zona de confluencia cultural, un espacio fronterizo donde convergieron dos visiones del mundo sin imponerse una sobre otra. Es una muestra de cómo los habitantes integraban elementos ajenos para construir una identidad local propia”, señaló el investigador.

El sitio del crematorio no será revelado con precisión para preservar su integridad y evitar saqueos. Sin embargo, se confirmó que se encuentra cerca del cauce antiguo del río Guasave, que según los estudios arqueológicos habría desembocado originalmente en La Pitaya y no en Boca del Río como ocurre en la actualidad.

Hasta ahora, las fechas obtenidas por radiocarbono, tras el análisis de muestras enviadas a laboratorios en Estados Unidos, indican una ocupación continua en la zona desde el año 650 hasta el 1450 d.C., lo que suma más de 800 años de presencia humana sostenida en esta región.

Rodrigo Vivero lamentó la falta de financiamiento nacional para estas tareas en el norte del país.

“El presupuesto federal está enfocado en grandes zonas arqueológicas como Teotihuacán, la zona maya o el Valle de Oaxaca. Aquí en el norte, los arqueólogos tenemos que depender de fondos extranjeros para realizar investigaciones sistemáticas”, expresó.

El académico subrayó que el objetivo no es el traslado de piezas completas ni de restos humanos al extranjero. Las muestras enviadas son limitadas y con fines de datación. Todo el material arqueológico relevante permanece en México y es entregado al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Culiacán.

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